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Un antiguo camino rural al que siguió el camino real de Barcelona, con campos de trigo, viña y hortalizas a ambos lados, dio origen al barrio de Sants. El tiempo y los cambios han hecho que aquel antiguo camino brille ahora en forma de vía comercial de primer orden: la calle de Sants.
Al pasear hoy en día por el eje comercial que forman la calle de Sants y la de Hostafrancs, pocos imaginan que hasta bien entrado el siglo XVIII ésta era una zona de campos y masías. La construcción de la carretera de Sants, la posterior llegada del ferrocarril y la instalación en la zona de numerosas fábricas textiles supuso la revitalización económica del barrio y la entrada de mucha población.
Hoy todavía podemos observar los vestigios de antiguos edificios industriales que han recibido nuevos usos, como por ejemplo el de Vapor Vell (Vapor Viejo), la biblioteca municipal o el de la antigua fábrica textil de la Espanya Industrial, convertida en el parque público más extenso del barrio. Y entre callejuelas de casitas obreras, se desliza orgullosa esta calle de Sants, que unida con la de Hostafrancs, se convierte en el eje comercial más largo de Europa, con 4 kilómetros de longitud. Más de 500 tiendas se abren a nuestro paso así como numerosos restaurantes y bares. Este gran centro tradicional de compras ha sabido conservar el carácter genuino que identifica a la vieja villa independiente de Sants, anexionada a Barcelona en 1897.