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La Catedral de la Santa Creu i Santa Eulàlia observa impertérrita el paso del tiempo en una ciudad en constante movimiento y cambio. La Catedral es también el reflejo del paso de generaciones y estilos arquitectónicos mezclados en un edificio de carácter mayoritariamente gótico que hay que visitar por dentro para entender su esplendor.
La construcción de la Catedral de Barcelona se llevó a cabo a lo largo de seis siglos. Sufragada por los donativos de las cofradías y gremios medievales, la Santa Creu empezó a levantarse en 1298, en el terreno santificado donde antes se encontraba una basílica paleocristiana del siglo IV, destruida por las tropas del general del califato andalusí de al-Mansur en el siglo X. De ésta se conserva sólo el bautisterio. De la iglesia románica anterior a la gótica, queda la capilla de Santa Lucía, mientras que la puerta más antigua de la Catedral es la de San Ivo. En cambio, la fachada principal y la torre fueron terminadas alrededor de 1890, siguiendo los planos iniciales y, por lo tanto, siguiendo un estilo neogótico. Una vez dentro nos sorprenden las 25 capillas laterales, el magnífico claustro del siglo XIV y la sillería del coro, destinada a reunir a los miembros del Toisón de oro durante la visita del emperador Carlos V de Alemania en 1519. De gran belleza son el púlpito y la cripta donde descansan los restos de una de las patronas de Barcelona, Santa Eulàlia, a quien va dedicado el templo.
La planta de cruz latina y las vueltas de crucería, así como las hermosas vidrieras de las ventanas, llenan de luz el interior de la catedral. Un entorno que esconde sorpresas como la Sala Capitular, el espacio expositivo que muestra los tesoros artísticos conservados a lo largo de los siglos: retablos, objetos litúrgicos y pinturas murales.
El claustro de la catedral es de estilo gótico y fue construido entre los siglos XIV y XV. Es de planta cuadrangular y consta de cuatro galerías de arcos ojivales separados con pilares. En el centro hay un jardín con palmeras, magnolias, un naranjo, y trece ocas, tantas como, según la leyenda, años tenía Santa Eulàlia cuando fue martirizada.
La azotea de la catedral también es visitable y accesible en ascensor y desde allí se disfruta de una vista muy interesante de Barcelona. Desde este punto también se pueden contemplar los dos campanarios y algunos elementos arquitectónicos de la catedral solo visibles desde la azotea, como en su momento, siglos atrás, pudieron contemplar sus constructores.
La Catedral ofrece también una visita guiada y una experiencia de realidad inmersiva que permite al visitante descubrir sus espacios más emblemáticos a vista de pájaro, ya que se despliegan delante de sus ojos desde una nueva perspectiva gracias a las últimas tecnologías.